Mar del Plata, principal destino turístico de la provincia de Buenos Aires, atraviesa una temporada de invierno con resultados dispares en materia de ocupación hotelera y una marcada contracción del consumo en todos los rubros asociados al turismo. La segunda semana del receso invernal llega con un promedio de ocupación del 55 %, aunque ese dato general esconde una realidad muy fragmentada.
Según fuentes del sector hotelero local, mientras algunos establecimientos logran superar el 80 % de ocupación, otros no han recibido huéspedes durante estos días. La ubicación del alojamiento, el tipo de servicio que ofrece y su estructura de costos son factores determinantes en esta temporada atípica. Las estadías, además, tienden a ser más breves que en años anteriores.
Hernán Szkrohal, vicepresidente de la Asociación Empresaria Hotelera y Gastronómica de Mar del Plata, señaló que el panorama es “muy segmentado”, y explicó que el balance final recién podrá evaluarse una vez concluido el receso. En ese sentido, recordó que durante la primera semana de vacaciones la ocupación apenas alcanzó el 30 %, lo que representa una caída significativa en comparación con el mismo período de 2023.
Una de las consecuencias más visibles de este escenario fue la decisión de numerosos hoteles de no abrir sus puertas este invierno, debido a que los costos de funcionamiento superan con creces los ingresos estimados.
La tendencia también se refleja en el mercado de alquileres temporarios. Desde el Colegio de Martilleros y operadores del sector informaron que la demanda es baja y muchos departamentos permanecen vacíos. En algunos casos, la ocupación no llega al 40 %.
La comparación interanual ofrece una perspectiva más clara. En 2023, la ciudad recibió cerca de 350.000 turistas durante el receso invernal, un 6 % menos que en 2022. En ambas temporadas, la ocupación promedio —sumando hoteles y alojamientos extrahoteleros— superó el 60 %. Este año, sin embargo, todo indica que los números serán inferiores.
A pesar del interés que genera Mar del Plata como destino turístico, el dato más alarmante no es la cantidad de visitantes, sino la fuerte disminución del nivel de consumo. Comercios, restaurantes y propuestas recreativas reportan una caída generalizada en las ventas, lo que impacta directamente en la economía local.
El balance definitivo dependerá del comportamiento turístico en los últimos días del receso, aunque desde el sector anticipan que no se alcanzarán los registros de temporadas anteriores.