En el municipio bonaerense de Zárate se acaba de dar un salto institucional tan llamativo como polémico: el intendente Marcelo Matzkin firmó el decreto Nº 532/25 que convierte a una inteligencia artificial, llamada ZARA, en Directora General de Atención al Vecino “No Humana”.
Pero no es un mero asistente virtual: ZARA tendrá firma propia, podrá resolver expedientes, firmar resoluciones y gestionar reclamos. Según el municipio, funcionará 24 horas, los 7 días de la semana, para atender trámites, turnos y consultas.
Matzkin insiste en que no se trata de reemplazar trabajadores, sino de potenciar la gestión municipal. “ZARA no reemplaza a los empleados: los potencia”, afirmó. La idea es que la IA alivie la carga administrativa, descomprima las ventanillas físicas y acelere los tiempos de respuesta.
Pero el proyecto va aún más allá: Zárate quiere consolidarse como un hub tecnológico de inteligencia artificial. Para eso, ofrecerá hasta 15 años de exención tributaria a empresas y startups que se instalen en el municipio, siempre que trabajen con IA o software.
Claro, no faltan voces críticas. Aunque el intendente sostiene que no habrá despidos, algunos plantean interrogantes sobre la responsabilidad legal de una IA cuando firma resoluciones.
Además, queda por ver qué tan confiable será su actuación en tareas que suelen requerir criterio humano.
Sea como fuere, Zárate acaba de poner a la inteligencia artificial en un rol institucional inédito en Argentina. No es solo un experimento tecnológico: es un símbolo de cómo el Estado empieza a repensar su estructura bajo la velocidad de la innovación.















