En Argentina, el turismo astronómico se encuentra en auge, ofreciendo a los viajeros la posibilidad de contemplar un cielo nocturno despejado y lleno de estrellas. Este fenómeno ha ido ganando popularidad entre quienes buscan experiencias únicas, alejadas de la vida urbana y la contaminación lumínica.
Los destinos ideales para esta actividad se caracterizan por su baja densidad poblacional y un entorno natural que invita a la tranquilidad. Los visitantes no solo son aficionados a la astronomía, sino también personas que desean disfrutar de la paz que ofrecen estos espacios.
Esta es la escapada ideal para relajarte y disfrutar de las estrellas
Ubicado en la cordillera de San Juan, dentro del Parque Nacional El Leoncito, se encuentra el Complejo Astronómico El Leoncito (CASLEO). Este observatorio, reconocido a nivel internacional, se destaca por ofrecer a los visitantes la oportunidad de alojarse en sus instalaciones, lo que les permite estar codo a codo con investigadores y contar con acceso a equipo de alta tecnología.
Situado a 2.550 metros sobre el nivel del mar en Calingasta, el CASLEO opera desde 1986 y es considerado el observatorio más importante del país. Su principal instrumento, el Telescopio Jorge Sahade, cuenta con un espejo de 2,15 metros, convirtiéndose en el más grande de Argentina y uno de los más significativos de Sudamérica. La ubicación privilegiada y la pureza del cielo hacen de este lugar un punto estratégico para la observación astronómica.
El complejo no solo se dedica a la investigación, sino que también cuenta con infraestructura destinada a los visitantes, con una capacidad aproximada para 20 personas, que incluye comedor, habitaciones y servicios adaptados a las condiciones de altura. Además, organiza visitas guiadas tanto diurnas como nocturnas, que abarcan recorridos por las diferentes cúpulas y una introducción al funcionamiento de los telescopios.
Durante las noches con condiciones excepcionales, los visitantes tienen la posibilidad de observar la Vía Láctea a simple vista, apreciando su brillo como una franja luminosa que adorna la cordillera, todo ello sin necesidad de una adaptación visual previa.














