Radares y espiras: la nueva estrategia para controlar la velocidad en las rutas argentinas

Los radares de velocidad en Argentina no solo se limitan a medir la velocidad de los vehículos, sino que están respaldados por tecnología innovadora que también ayuda a optimizar el flujo vehicular. Gracias a sistemas como las espiras, el país ha mejorado su cumplimiento de las normas de tránsito.

¿Cómo funcionan las espiras en el pavimento argentino?

Los radares de velocidad trabajan en conjunto con unas estructuras llamadas espiras, que son bobinados de cables instalados en el pavimento. Según el profesor Martín Viale, de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (UBA), para medir la velocidad de un vehículo se requieren al menos dos espiras. Este método permite calcular la velocidad en función de el tiempo que tarda un vehículo en cruzar ambas espiras.

  • Espiras solitarias: Se utilizan para contar vehículos.
  • Espiras dobles: Permiten a los radares calcular la velocidad.

Estas espiras se instalan en diversas vías importantes, y al detectarse dos espiras consecutivas, es posible concluir que hay una cámara fiscalizando la velocidad en la zona.

El impacto de la fiscalización electrónica en la seguridad vial

El uso de cámaras de fiscalización electrónica ha tenido un impacto en la reducción de siniestralidad. Según declaraciones del ingeniero civil Juan Del Valle, la adopción de estas tecnologías ha logrado reducir los accidentes en un porcentaje que oscila entre el 20% y el 37%.

Adicionalmente, un estudio en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires reveló que en el 57% de los siniestros fatales, los vehículos involucrados presentaban exceso de velocidad, lo que subraya la importancia de controlar este factor.

¿Cómo contribuyen los sensores a la gestión del tráfico en Buenos Aires?

Los sensores en el pavimento no solo son efectivos para la fiscalización, sino que también ayudan en la planificación y gestión del tráfico. Por ejemplo, al monitorizar cuántos vehículos circulan por un determinado tramo, se pueden identificar las horas pico y prever las necesidades de infraestructura.

Martín Viale explica que, cuando el número de vehículos supera la capacidad teórica de una calle –que puede ser de hasta 800 vehículos por hora–, surgen congestiones, lo que puede llevar a decisiones sobre la creación de nuevos carriles o ajustes en las tarifas de peaje.

Además, los sensores son utilizados en bajadas de autopistas enlazadas con semáforos para optimizar el flujo de tráfico y prevenir congestiones: por ejemplo, en situaciones de alta demanda, la duración del semáforo en verde puede extenderse automáticamente.

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