Hay situaciones que parecen tomadas de “La Dimensión Desconocida”, la recordada serie que condujo Rod Serling centrada en sucesos que partían de hechos comunes para terminar en eventos extraordinarios.
El largo adiós
En 1993, Adolfo Enrique Sandoval Farías, un técnico electrónico chileno que vivía en Comodoro Rivadavia, le dijo a su pareja: “Voy hasta el kiosco de la esquina a comprar cigarrillos y vuelvo“.
Desde ese momento, la mujer no volvió a verlo y, al pasar los días, decidió hacer la denuncia policial. Tres décadas después, la oficial principal Daniela Millatruz, jefa de la División de Búsqueda de Personas, junto con su personal, llegó hasta una dirección en la localidad de General Conesa, Río Negro, tras seguir una pista.
La oficial relató: “Me puse a ver los expedientes antiguos. Entre ellos, estaba el de este ciudadano, Sandoval Farías. Empezamos a trabajar y a buscar información en el barrio Máximo Abásolo, información en la Comisaría Cuarta, que era la última comisaría de aquellos años en la cual se había radicado la denuncia”.
La investigadora explicó que, a través de nuevos sistemas incorporados a la fuerza, lograron dar con el domicilio de General Conesa, donde vivía un hombre con el mismo nombre de la persona buscada.
Millatruz contó: “Solamente teníamos el nombre que era lo que coincidía, pero nada más. Fuimos de comisión y a los fines de entrevistarnos personalmente con él y ver si realmente era la persona buscada de 1995 acá en Comodoro”.
Encuentros y reencuentros
El mismo Sandoval Farías, ahora con más de 60 años, les abrió la puerta de la casa y reconoció que era la persona que estaban buscando.
El hombre les confirmó que llevaba muchos años residiendo allí y que había dejado a su esposa porque “estaba cansado de sus reproches“.
La fiscal del caso remarcó: “Tengo entendido que la señora denunciante falleció hace unos años. Así que, estamos trabajando para dar con los hijos de ella y poder terminar con esa historia de aquellos años”.
