Se llamaba Sergio Villanueva y tenía 34 años.
Su turno había terminado cuando ocurrió el ataque al World Trade Center el 11 de Septiembre de 2001, pero igual se sumó a sus compañeros bomberos para ayudar en medio del caos.
Su destino fue fatal: murió junto a toda su brigada cuando las dos moles se desplomaron y la nube gris tapó gran parte de la ciudad.
Aunque había elegido un trabajo que implicaba una total entrega en pos de rescatar a personas en situación de riesgo, lo que le tocó vivir ese día fue inimaginable, aún para alguien como él, habituado al peligro.
Sergio había nacido en Bahía Blanca, pero estaba radicado en Estados Unidos. Allí se convirtió en bombero. Había sido policía y detective de la división antinarcóticos. Pero siempre mantuvo su pasión de rescatar a personas en situaciones amenazantes e inseguras.
El 11 de septiembre de 2001, una hora antes de que ocurriera el atentado que desplomó a las Torres Gemelas, ya había terminado su turno. Pero como cada día, se quedó a desayunar con sus compañeros que ingresaban en la ronda siguiente, según contaron los miembros del Consejo Nacional de Bomberos de la República Argentina , donde aún descansa el casco honorífico que le entregaron a su presidente, en el primer aniversario del atentado, en honor al compatriota que antepuso la vida de otros a la suya.
Cuando se enteró de lo ocurrido, no lo dudó. Volvió a colocarse correctamente el equipo y se sumó al grupo de trabajo. Nunca regresó. Lamentablemente, él y sus compañeros de brigada murieron en medio del caos generado por la caída de las torres.
El Cuerpo de Bomberos perdió 343 miembros; 15 eran de origen hispano, pero tan sólo uno, Segio Gabriel Villanueva, era argentino. Murió. A pesar de ello, su cuerpo nunca jamás fue hallado.2
Sergio Villanueva ha sido considerado como uno de los héroes del 11 de septiembre de 2001.