CASTELLI: Una médica del Hospital donó juguetes de su hijo fallecido a chicos del Impenetrable

Francisco Díaz

La Dra. Sandra López Osornio tenía una misión pendiente: donar los regalos preferidos de su hijo Santiago, que había fallecido hacía dos años. Cuando desde la organización La Chata Solidaria la invitaron a brindar atención médica a las familias del Impenetrable Chaqueño, entendió que ese iba a ser el lugar para darlos.

“Santi tenía parálisis cerebral. Cuando murió, a los 23 años, regalé la mayoría de sus cosas pero me quedé con algo de ropa y los muñecos que más le gustaban, era fanático de Toy Story”, explica, emocionada, Sandra López Osornio a La Nación.

Nacida y criada en General Guido, en la provincia de Buenos Aires, conoció el amor por la medicina familiar y rural gracias a su padre, que era médico rural. Hoy, ella es médica generalista y trabaja en el hospital de Castelli (además tiene otros cuatro trabajos).

“Siempre me gustó la medicina familiar, ir a las casas, hacer partos domiciliarios. Nunca había ido al Impenetrable pero cuando me contaron sobre las condiciones que hay allá, no lo dudé un instante. Además, quería llevar los juguetes de Santi para dárselos a chicos que realmente los iban a valorar”, agrega esta mujer de 54 años

El viaje fue los primeros días de diciembre pasado. López Osornio tenía mucha ansiedad y temor sobre lo que se iba a encontrar. “Fue muy fuerte lo que vi porque es otro país. La gente vive en condiciones infra humanas. No tienen agua, toman barro, literalmente. Tenés que estar ahí para darte cuenta de que te quejás por pavadas, que hay otra Argentina, y se tienen que conocer esas cosas”, dice conmovida.

López Osornio vivió esta experiencia como un cachetazo. Fueron cinco días en los que atendió a gente muy vulnerable, con lepra, con Chagas. “Se te cae la realidad encima. El caso que más me tocó fue el de una chica embarazada, de su noveno hijo y que estaba completamente desnutrida y deshidratada. Ella decía “todos los hombres son malos”. Y uno no sabe qué hacer en esa situación. Le pusimos suero para poder hidratarla pero la sensación que te queda es que la ayudamos un ratito pero después nos fuimos”.

El día que entregó los muñecos de Buzz (uno de los personajes de Toy Story) de su hijo, lloró bastante. “Ahí sentí que ya estaba libre y lo podía dejar tranquilo. Fue muy fuerte esa experiencia. La cara de los chicos, que te agradezcan de esa forma, son totalmente puros”, agrega.

El último día se montó un hospitalito en la escuela del lugar para brindar atención de farmacia, clínica, odontología y pediatría. “Estaba curando a un paciente que tenía lepra y apareció un colibrí en la ventana. La leyenda dice que cuando aparece un colibrí simboliza que las personas que se fueron te quieren decir que están bien. Ahí me quedé tranquila pensando que Santi estaba bien y me liberó. Fue fuertísimo”, concluye, con la intención de volver a sumarse al próximo viaje de la Chata Solidaria.

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