Hoy 2 de abril, se celebra en todo el mundo el Día Mundial del Autismo. Conocer y vivir con este trastorno es importante no solo para las personas que lo padecen, sino también para sus seres queridos y con quienes comparten su día a día, por lo que este es una fecha especial en el que debemos tomar conciencia de la enfermedad.
¿Cuál es su origen y por qué se conmemora?
Este año, el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo se encuentra en su decimocuarta edición, el día de hecho fue establecido en noviembre de 2007 por la Asamblea de las Naciones Unidas. A su vez, algunos edificios y monumentos más importantes del mundo se visten de azul, el color elegido por la ONU, en acompañamiento con la fecha.
El Día Mundial del Autismo es un día dedicado a la salud, la cual reúne a las organizaciones individuales dedicadas al autismo que existen en todo el mundo, con el objetivo de colaborar en la investigación, el diagnóstico, el tratamiento y la aceptación de personas con esta variante neurológica.
¿Qué es el autismo?
El autismo es un trastorno neuropsiquiátrico, que puede causar serios problemas en la capacidad de comunicarse, relacionarse con las personas y adaptarse al entorno.
Es parte de lo que se define como “trastornos generalizados del desarrollo”, un conjunto de trastornos complejos que dependen de un desarrollo cerebral deficiente. Los afectados tienen problemas con las interacciones sociales, problemas de comunicación y comportamientos repetitivos.
La importancia de un diagnóstico precoz
Realizar un diagnóstico precoz e iniciar el tratamiento rápidamente puede mejorar el pronóstico de pacientes de TEA. Estos tratamientos deben ser integral y sus profesionales deben estar perfectamente coordinados e interactuar con la familia.
El médico buscará signos de retrasos en el desarrollo en los controles periódicos en la persona. En el caso de que muestre algún síntoma de trastorno del espectro autista, es probable que te deriven a un especialista que trata a los niños con este trastorno, como un psiquiatra o un psicólogo infantil, un neurólogo pediátrico o un pediatra del desarrollo, para que le hagan una evaluación.
Signos y síntomas
En algunos casos, los TEA comienzan antes de los 3 años de edad y duran toda la vida de la persona; no obstante, los síntomas pueden mejorar con el tiempo. Varios niños con TEA muestran indicios en los primeros meses de vida. En otros casos, es posible que los síntomas no se manifiesten hasta los 24 meses o incluso después.
Luego de diversos estudios han mostrado que entre un tercio y la mitad de los padres de niños con TEA observaron un problema antes del primer año de vida de sus hijos y entre el 80 y 90% de los padres detectaron problemas antes de los 24 meses.
Posibles “signos de alarma”
Las personas con un TEA pueden presentar las siguientes características:
- No responder a su nombre para cuando tienen 12 meses de edad.
- No señalar los objetos para demostrar su interés (no señalar un avión que pasa volando) para cuando tienen 14 meses de edad.
- No jugar juegos de simulación (jugar “a darle de comer” a un muñeco) para cuando llegan a los 18 meses de edad.
- Evitar el contacto visual y querer estar solos.
- Tener dificultades para comprender los sentimientos de otras personas y para hablar de sus propios sentimientos.
- Presentar retrasos en las destrezas del habla y el lenguaje.
- Irritarse con los cambios pequeños.
- Aletear las manos, mecerse o girar en círculos.
Destrezas sociales
Tener problemas para sociabilizar son uno de los síntomas más comunes de todos los tipos de TEA. Algunos ejemplos son los siguientes:
- No responder al nombre para cuando tienen 12 meses de edad.
- Evitar el contacto visual.
- Preferir jugar solos.
- Interactuar únicamente para llegar a una meta deseada.
- Tener expresiones faciales apáticas o inadecuadas.
- Evitar o resistirse al contacto físico.
- No sentir el consuelo que le dan otras personas cuando están angustiados.
Comunicación
Cada persona con TEA tiene distintas habilidades de comunicación. Algunas personas pueden hablar bien, otras no pueden hablar o hablan muy poco.
Aproximadamente, el 40% de los niños con un TEA no hablan nada. Entre el 25 y el 30% de los niños con TEA dicen algunas palabras entre los 12 y 18 meses de edad y después dejan de hacerlo. Otros pueden hablar pero no hasta entrada la niñez.
Algunos ejemplos de problemas de comunicación relacionados con los TEA incluyen los siguientes:
- Presentar un retraso en las destrezas del habla y el lenguaje.
- Repetir palabras o frases una y otra vez (ecolalia).
- Invertir los pronombres (p. ej., decir “tú” en lugar de “yo”).
- Dar respuestas no relacionadas con las preguntas que se les hace.
- No señalar ni responder cuando se les señala algo.
- Usar pocos o ningún gesto (p. ej., no decir adiós con la mano).
- Hablar con un tono monótono, robótico o cantado.
- No jugar juegos de simulación (p. ej., no jugar “a darle de comer” al muñeco).
- No comprender los chistes o bromas.
Intereses y comportamientos poco habituales
Muchas personas con TEA tienen intereses o comportamientos poco habituales. Algunos ejemplos son:
- Formar líneas con juguetes u otros objetos.
- Jugar con los juguetes de la misma forma todas las veces.
- Mostrar interés por partes de los objetos (p. ej., las ruedas).
- Ser muy organizados.
- Irritarse con los cambios pequeños.
- Tener intereses obsesivos.
- Tener que seguir determinadas rutinas.
- Aletear las manos, mecerse o girar en círculos.
Los movimientos repetitivos son acciones que pueden incluir una parte del cuerpo o todo el cuerpo, o incluso un objeto o juguete. Por ejemplo, pueden pasar mucho tiempo aleteando los brazos de manera repetitiva o bien pueden encender y apagar una luz o hacer girar las ruedas de un automóvil de juguete de manera repetida. Estos tipos de actividades se conocen como autoestimulación o “conductas estereotipadas”.
Las personas con TEA frecuentemente se desenvuelven si tienen rutinas. Por lo que un cambio en la rutina, como hacer una parada en el camino de la escuela hacia el hogar, puede ser algo muy angustiante para las personas con TEA. Podrían “perder el control” y tener una “crisis” o berrinche, en especial si están en un lugar desconocido.
Tratamiento
Si bien no hay cura para el trastorno del espectro autista y no existe un tratamiento único para todos los pacientes, el principal objetivo del tratamiento es maximizar la capacidad de la persona con TEA para desempeñarse al reducir los síntomas del trastorno del espectro autista y respaldar el desarrollo y el aprendizaje.
La intervención temprana durante los años preescolares puede ayudar a aprender habilidades fundamentales de conducta, de comunicación, funcionales y sociales.
Si a un niño le diagnostican trastorno del espectro autista, es importante obtener información de los expertos para la elaboración de una estrategia de tratamiento y formar un equipo de profesionales para atender todas sus necesidades.