¡Ojo! Diez errores de cocina muy comunes que te pueden enviar al hospital

En la cocina, la intuición no siempre es la mejor consejera. Muchos hábitos que hacemos por “limpieza” o por apuro son, en realidad, los responsables de intoxicaciones alimentarias que afectan a miles de argentinos cada año.

Un descuido en el manejo de alimentos crudos o en el control de la temperatura puede hacer que tu próxima comida termine siendo un viaje directo al médico. Poné atención a esta lista de los 10 errores más peligrosos que podés cometer.

1. Lavar el pollo crudo bajo la canilla

Es el error más popular y el más peligroso.

  • El error: Creer que el agua elimina las bacterias del pollo, como la Salmonella o el Campylobacter.
  • El peligro real: Al chocar con el pollo, el agua salpica y esparce estas bacterias invisibles por toda la mesada, la pileta y los utensilios cercanos. Este fenómeno se llama contaminación cruzada.
  • La solución: No lavar el pollo. La única forma segura de eliminar los patógenos es cocinándolo a una temperatura interna mínima de 74°C (165°F).

2. Descongelar alimentos a temperatura ambiente

truco descongelar carne

Dejar la carne, el pollo o el pescado sobre la mesada toda la mañana para que “se afloje” es un grave error.

  • El error: Descongelar a temperatura ambiente.
  • El peligro real: La superficie del alimento entra rápidamente en la “zona de peligro” (entre 4°C y 60°C), donde las bacterias se multiplican a gran velocidad, mientras el centro sigue congelado.
  • La solución: Descongelá siempre en la heladera, en un recipiente para evitar goteos, o usá la función de descongelamiento del microondas si lo vas a cocinar inmediatamente. Para casos urgentes, podés usar agua fría, cambiándola cada media hora.

3. Ignorar la regla de las dos horas

¿Te olvidaste esa olla de guiso en la hornalla o la ensalada de papas en la mesa después de comer? El tiempo cuenta.

  • El error: Dejar alimentos perecederos cocidos o cortados (sobras, salsas, lácteos, carnes) a temperatura ambiente por mucho tiempo.
  • El peligro real: Las bacterias patógenas se duplican cada 20 minutos en la zona de peligro.
  • La solución: Aplicá la Regla de las 2 Horas: Cualquier alimento perecedero no debe estar fuera de la heladera por más de dos horas. Si la temperatura ambiente supera los 32°C, este tiempo se reduce a una hora.

4. Usar la misma tabla de picar para todo

La contaminación cruzada por utensilios es una de las causas más frecuentes de toxiinfecciones.

  • El error: Usar la misma tabla para cortar un churrasco crudo y luego, sin lavarla bien, picar la lechuga o el tomate para la ensalada.
  • El peligro real: Las bacterias de los jugos de la carne cruda pasan a los vegetales, que se consumirán crudos, ingresando directamente a tu organismo.
  • La solución: Tené al menos dos tablas de picar (una para carnes, otra para frutas y verduras). Llená las tablas con agua y detergente y refregá bien. El uso de tablas diferenciadas por color es una práctica profesional que podés adoptar.

5. Dejar el arroz cocido sin refrigerar

Cuanto tarda en cocinarse el arroz

El famoso “síndrome del arroz recalentado” es más serio de lo que parece.

  • El error: Guardar el arroz cocido a temperatura ambiente para que “se enfríe” y recién después meterlo en la heladera.
  • El peligro real: El arroz crudo puede contener esporas de la bacteria Bacillus cereus, que sobreviven a la cocción. Si el arroz permanece caliente o tibio, estas esporas germinan y producen toxinas que no se destruyen al recalentar.
  • La solución: Enfriá el arroz rápidamente (por ejemplo, extendiéndolo en una fuente) y refrigeralo en un máximo de una hora después de la cocción.

6. Guardar la carne cruda en el estante superior de la heladera

La ubicación de los alimentos dentro del refrigerador es clave.

  • El error: Colocar bandejas o recipientes con carne cruda (vacuna, pollo, pescado) en los estantes de arriba.
  • El peligro real: Los jugos de la carne pueden gotear y contaminar alimentos cocidos, frutas o verduras que están debajo.
  • La solución: Mantené los alimentos crudos en recipientes herméticos y colocá esos recipientes siempre en la parte inferior de la heladera.

7. No lavar correctamente las frutas y verduras

Lavar no es solo “pasar por agua”.

  • El error: Simplemente enjuagar o sumergir frutas y verduras en el agua sin frotar.
  • El peligro real: Las bacterias (como la E. coli), los residuos de pesticidas o la suciedad de la tierra pueden quedar adheridos a la cáscara o a las hojas.
  • La solución: Lavá con agua potable abundante, frotando suavemente con las manos o un cepillo suave, incluso aquellas que vas a pelar.

8. Probar la comida para ver si está en mal estado

Tu boca y tu olfato no son un laboratorio de análisis de alimentos.

  • El error: “Solo un poquito, para ver si ya se puso feo”.
  • El peligro real: Las bacterias que causan las intoxicaciones no siempre alteran el sabor ni el olor. Con una pequeña prueba podés ingerir una dosis de toxinas.
  • La solución: Ante la duda, descartá. Si un alimento superó el límite de las dos horas fuera de la heladera o tiene un aspecto sospechoso, no vale la pena arriesgarse.

9. Depender solo del color para saber si la carne está lista

El rosado de la carne no es un indicador de seguridad, especialmente en la carne picada.

  • El error: Asumir que un pedazo de carne o una hamburguesa están cocidos porque ya no se ven rosados o porque el jugo es transparente.
  • El peligro real: La carne picada (o molida) debe cocinarse a fondo (a 71°C en su interior) porque las bacterias superficiales se mezclan durante el proceso de picado. El color interno no es garantía.
  • La solución: Usá un termómetro de cocina. Es el único método infalible.

10. No cambiar o desinfectar la esponja de cocina

Tu esponja puede ser el objeto más sucio de toda tu casa.

  • El error: Usar la misma esponja por semanas o meses.
  • El peligro real: La esponja húmeda y llena de restos de comida es el caldo de cultivo ideal para bacterias. Al lavar los platos, estás simplemente esparciendo millones de microbios.
  • La solución: Desinfectá a diario (por ejemplo, sumergiéndola en lavandina diluida o calentándola húmeda en el microondas por un minuto) y cambiala cada una o dos semanas, sin falta.

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