La estabilidad económica es la promesa electoral y de gestión más buscada en Argentina, y el concepto de convertibilidad ha vuelto al centro del debate político y financiero este mes de octubre 2025. Tras una serie de rumores y declaraciones de figuras cercanas al gobierno, la posibilidad de un nuevo plan que ancle el peso al dólar, al estilo de la Ley de Convertibilidad de los ’90, resurgió con fuerza, aunque con un contexto y características muy distintos.
La intención de fondo es clara: ponerle un freno definitivo a la inflación y a la volatilidad cambiaria. Sin embargo, las autoridades del Ministerio de Economía han sido enfáticas al declarar que no se avanza hacia una convertibilidad clásica ni una dolarización total después de las elecciones legislativas de este mes, manteniendo por ahora el esquema de bandas cambiarias (esquema definido por el Banco Central de la República Argentina.
Lo que sí está en el centro de la discusión son los mecanismos de respaldo para dar previsibilidad a la moneda local.
El detonante: respaldo financiero externo y un “nuevo esquema”
El principal motor de la especulación sobre una neo-convertibilidad o un esquema de estabilización más rígido fue el reciente apoyo financiero de los Estados Unidos, que se menciona en el marco de la coyuntura geopolítica actual.
Un economista y asesor cercano al gobierno, Antonio Aracre, sugirió públicamente que el Gobierno podría anunciar un nuevo plan de convertibilidad después de una reunión de alto nivel, vinculándolo directamente con:
- Un swap de USD 20.000 millones de Estados Unidos, un respaldo clave para las reservas internacionales.
- El futuro ingreso de divisas por las exportaciones de recursos estratégicos como el litio y el gas (energía).
Según esta visión, los argentinos podrían volver a “soñar con esa convertibilidad que tuvimos en los ’90”, que trajo una década de estabilidad. No obstante, las proyecciones más moderadas apuntan a un sistema gradual, que busque garantizar la previsibilidad cambiaria y generar confianza institucional, más que a un rígido “uno a uno” atado por ley.
¿Qué se está barajando realmente?
El debate económico actual no se centra solo en la Convertibilidad, sino en alternativas que van desde la dolarización (eliminación total del peso) hasta el bimonetarismo ordenado.
1. Bimonetarismo Ordenado
Esta es una de las opciones más analizadas por think tanks y economistas de la Fundación Mediterránea (IERAL) y propone formalizar el uso dual de monedas: el peso y el dólar.
- Objetivo: Permitir que las transacciones, contratos y el sistema financiero utilicen libremente ambas monedas.
- Mecanismo: Se busca apalancar el gran volumen de moneda extranjera atesorada por los argentinos para estabilizar la economía sin sacrificar la moneda nacional.
- Clave: Exige la coordinación de políticas macroeconómicas, una estricta disciplina fiscal y la acumulación de reservas robustas (se habla de que deberían equivaler al menos al 20% del PIB para sostener un esquema cambiario flexible, muy superior al nivel actual).
El BCRA ya dio pasos regulatorios para fomentar la competencia de monedas, como la posibilidad de operar con cuentas en dólares y la implementación de pagos con tarjeta de débito que pueden ser en dólares o pesos.
2. Neo-Convertibilidad o Esquema de Bandas Reforzado
Aunque las autoridades descartan el “uno a uno” legal, la necesidad de un ancla para las expectativas sigue vigente. El esquema actual de bandas cambiarias (donde el tipo de cambio fluctúa entre un mínimo y un máximo) se mantendrá, según lo dicho por el Ministro de Economía Luis Caputo.
El apoyo de Estados Unidos, con el swap y el compromiso de intervención, funciona como una suerte de respaldo externo que da credibilidad a la banda actual, buscando evitar saltos bruscos. En este sentido, es una garantía de estabilidad que evita el riesgo de devaluación fuera de los parámetros establecidos.
La convertibilidad de los ‘90: luces y sombras
Para entender por qué el concepto de convertibilidad genera tanto fervor como temor en Argentina, tenés que recordar cómo funcionó la ley N° 23.928, vigente desde 1991 hasta 2002.
| Aspecto | Ley de Convertibilidad (1991-2002) | Impacto |
| Paridad | Fija e inmutable: 1=US1. | Logró el control de la hiperinflación casi de inmediato y dio estabilidad de precios. |
| Respaldo | El BCRA estaba obligado a respaldar cada peso en circulación con reservas en dólares. | Generó confianza y una fuerte baja de las tasas de interés inicial. |
| Costo | Con el paso de los años, el tipo de cambio quedó fijo en un contexto de inflación en dólares de los socios comerciales. | La economía perdió competitividad drásticamente. Las importaciones se abarataron y la industria nacional se vio perjudicada. |
| Consecuencia | Aumento de la deuda externa para sostener la paridad y un fuerte incremento del desempleo (llegó a superar el 18%). | Desembocó en la crisis de 2001, con la salida del corralito y el fin del sistema. |
Cualquier nuevo plan, ya sea una dolarización o un bimonetarismo, inevitablemente remite a la experiencia del “uno a uno”, obligando a los analistas a preguntarse: ¿podés gozar de la estabilidad sin caer en los costos de la falta de competitividad y el endeudamiento?
La respuesta del Gobierno es que el respaldo actual y las perspectivas de ingresos por recursos naturales prometen una solidez de divisas de la que carecía la convertibilidad original. Lo cierto es que, por ahora, el “nuevo plan de convertibilidad” es más un horizonte deseado que un decreto inminente.














