¿Por qué no se come carne en Semana Santa?

Francisco Díaz

Con la llegada de la Semana Santa, una práctica arraigada en la tradición católica implica la abstinencia de carne, especialmente el Viernes Santo, en honor a la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.

Aunque no existe una referencia directa en la Biblia sobre esta práctica, su origen se encuentra en el simbolismo de la penitencia y el sacrificio de Cristo, quien pasó 40 días en el desierto en ayuno.

La decisión de no comer carne roja o blanca durante la Semana Santa se interpreta como un acto de purificación y homenaje al sacrificio de Jesús. La carne, por su asociación con la lujuria y su carácter suntuoso, se elige como símbolo de renuncia y penitencia.

El padre Javier Klajner del Santuario de Nuestra Señora que Desata los Nudos señala que el gesto va más allá de lo culinario, sugiriendo que aquellos que se privan de carne podrían destinar el dinero que gastarían en ella a obras de caridad o limosna, convirtiendo así la abstinencia en un acto de generosidad hacia los demás.

Roberto Bosca, especialista religioso, enfatiza que lo esencial no es tanto la prohibición de carne en sí misma, sino la actitud de dedicar un tiempo para reflexionar sobre las realidades espirituales y valores más profundos.

La preferencia por el pescado durante este período tiene raíces históricas, ya que en la cuenca del Mediterráneo y en Palestina, el pescado era más accesible que la carne. Esta elección simboliza la renuncia a lo más costoso y sustancioso, priorizando una alimentación más modesta y acorde con los valores de humildad y penitencia.

En resumen, la práctica de no comer carne durante la Semana Santa es un gesto simbólico de fe, penitencia y solidaridad, que invita a los fieles a reflexionar sobre el significado más profundo de estos días santos.

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