En el banquillo de los acusados estará Fermín Basualdo (62), quien al momento del crimen de Blanco (16) era el jefe del servicio de calle de la comisaría 1ra. de Chascomús.
Según las fuentes, Basualdo llega al juicio con prisión domiciliaria, después de que en 2011 la jueza de Garantías de Dolores, Laura Elías, ordenó su detención tras acusarlo de “imposición de torturas agravadas por la muerte”.
Ahora, los jueces Juan Pablo Curi (en lo Criminal), Diego Olivera Zapiola (de Garantías) y Luis Esteban Nitti (de Ejecución Penal) decidieron elevar el juicio de acuerdo al anterior Código de Procedimiento, aplicable en los casos previos a 1998.
La causa llegó a la Cámara Penal con dos imputados, Basualdo y Tomás Freites, quien era comisario de la misma seccional que el primero y fue acusado de no haber evitado las torturas en la víctima aunque luego fue sobreseído por prescripción de la acción penal, resolución que posteriormente fue confirmada por el Tribunal de Casación Penal bonaerense.
A casi dos meses de cumplirse 17 años del crimen, cometido el 28 de septiembre de 1997, el fiscal general de Dolores, Diego Escoda, intentará demostrar que la muerte de Blanco fue producto de las torturas aplicadas por funcionarios policiales.
En el juicio oral, el fiscal sostendrá, luego de un análisis de las pericias y otros elementos, que la víctima sufrió las torturas en un lugar distinto a donde se encontró su cadáver.
En los fundamentos de la elevación a juicio se sostiene que los policías asignados a la comisaría 1ra. de Chascomús interceptaron a Blanco en un lugar aún no establecido, pero que debió ser en proximidad de su domicilio, tras lo cual lo privaron de su libertad y lo trasladaron hasta dicha dependencia, ubicada en Lastra y Sarmiento.
Según el expediente, en ese lugar, Basualdo y otros cuatro policías, que fueron dados de baja aunque no se encontraron pruebas suficientes para atribuirles la coautoría del crimen, infligieron al chico en forma intencional maltratos, golpes y sofocación, que le causaron hematomas y produjeron la muerte.
De acuerdo a esta hipótesis, los policías abandonaron el cadáver en inmediaciones de las vías del ferrocarril, entre Yrigoyen y Machado, con la intención de ocultar el crimen bajo la apariencia de un accidente ferroviario.
Por su parte, el abogado defensor del acusado, Mauricio Armagno, explicó a Télam que hará prevalecer la conclusión a la que llegaron los médicos legistas que actuaron inicialmente y que afirmaron que hubo una “altísima probabilidad” de que el hecho haya sido “un accidente ferroviario”.
Armagno se basó en las conclusiones de Jorge Raúl Tonelli, reconocido médico legista de Mar del Plata, quien consideró que la muerte del chico ocurrió en el mismo lugar del hallazgo y que fue consecuencia de un golpe de una magnitud tal que generó el estallido total de su cráneo y la destrucción masiva de sus centros nerviosos, con lo que puede asegurarse que la muerte fue prácticamente en el acto.
La defensa se basará en los informes médicos respecto a que “el cuerpo aparece a la vera de las vías, una noche con neblina intensa, sin ningún tipo de visibilidad y que el tren pasa por el lugar justamente a la hora en la que se fija la muerte (no más allá de las 1.30)”.
Ese horario, continúa el perito, se estableció “teniendo en cuenta que se encontraron granos de arroz enteros en el estómago de la víctima que habían sido ingeridos a las veintitrés”.
Además, se tomó en cuenta “el hallazgo de una linterna a pocos metros del cuerpo que casualmente era la utilizaba por el menor, la inexistencia de señales de violencia alrededor del lugar del hallazgo y la inexistencia de señales de arrastre y la posición y estado de las ropas del menor cuando se lo encontró”.
Finalmente, la defensa destacará que se constataron picaduras de hormigas en el cuerpo de la víctima, lo que se condice con el lapso de sobrevida porque se trata de lesiones previas a la muerte.
Télam
