La referente religiosa, que en 1990 organizó una marcha del silencio en Catamarca -por el esclarecimiento del crimen de María Soledad Morales- llegó este miércoles a Dolores para pedir justicia por Fernando Báez Sosa.
“La violencia institucional empieza en la familia y termina en instituciones del Estado”, dijo y contó que se reunió con los Báez Sosa. “Me emocionó mucho estar con Silvino y Graciela”, indicó la integrante de la Congregación de Carmelitas Misioneras Teresianas.
“No queremos grietas en nuestras posturas, este un tema de violencia extrema”, dijo la referente de los Derechos de Niños y Adolescentes.
“No nos confundamos en los roles que tenemos por la verdad y la justicia. Que el cambio de la sociedad en esta violencia institucional que empieza en la familia y termina en las instituciones del estado sea real, se pueda revertir”, remarcó la monja.
Además, añadió que confía en que la sentencia “va a ser ejemplar”.
La referente señaló que el caso se trata de “un problema de mala educación desde la familia, la escuela, el deporte, por la esencia de valores educativos”.