Indignante: Robó un caballo, lo descuartizó a ladrillazos y quedó libre

Ignacio Hernández

Tras una maratón de drogas, un hombre de 20 años atacó al animal en Quilmes. La madre lo denunció, fue detenido y quedó libre porque la justicia no lo considera peligroso.

Este es sin dudas uno de los actos de violencia y crueldad más duros a los que se enfrentó el proteccionismo y los grupos que protegen a los equinos. Pero, además, lo fue para la familia del joven de 20 años que tras una maratón de consumo de paco desató una agresión y furia inusitada: golpeó al caballo con tanta furia que le rompió la cabeza como si fuera una cáscara de nuez. No contento con eso siguió hasta que le dio sueño y se fue a dormir.

Cómo murió el caballo robado en Quilmes

A las 6 de la mañana del lunes 26 de febrero, Delgado robó el caballo de un vecino cerca de la ribera de Quilmes, donde vive con su familia, con la única finalidad de sacar lo peor de sí.

Lo ingresó a la casa que comparte con su familia, lo ató a un poste y a unas chapas cerca de un montículo de basura y desató su más baja bestialidad. “El animal estaba totalmente tranquilo mientras miraba si había algo que podía comer y sin saber lo que le esperaba”, cuentan los proteccionistas del grupo Caballos de Quilmes.

Continúan: “Comenzó con un acto de barbarie tan terrible y angustiante que nos hace hasta temblar las manos. Este monstruo, porque no hay otra forma de poder llamarlo, tomó un ladrillo y comenzó a pegarle con tanta fuerza y desquicio en la cabeza al caballo que le rompió el cráneo y parte de la cara. Sus hermanos se despertaron debido a los gritos y el ruido de los golpes. Al salir vieron al caballo caer desplomado y con gran cantidad de sangre corriéndole por la cabeza y boca”.

Fuera de todo control, el desquiciado hombre pretendía seguir pegándole al pobre animal que yacía en el suelo derrotado. Y ante la mirada escalofriante de su familia gritaba: “Lo hago porque alguien tiene que morir hoy”, a modo de explicación. Al darse cuenta de que sus hermanos no le permitían seguir con la tortura se zafó de ellos “y con total soltura decidió irse a dormir”.

La familia creyó que el caballo había muerto en el acto por la cantidad de sangre que corría y, preocupados por su seguridad y el desconcierto de qué les pasaría cuando el hombre despertara, decidieron ir a la comisaría a pedir ayuda. Al regresar al domicilio con la policía y ante la desgarradora escena los proteccionistas de Caballos de Quilmes fueron convocados por los efectivos que, desconcertados por la situación, les pidieron que constaten el estado del caballo.

“La imagen era indescriptible. Nos comunicamos inmediatamente con la veterinaria para que pueda asistirlo aunque ya era demasiado tarde para este petiso. La cantidad de lesiones que tenía junto a su cráneo totalmente roto no dieron otro final posible que el de terminar con su sufrimiento”, lamentó el grupo que se dedica al rescate de equinos víctimas de la tracción a sangre.

Compartir este artículo