Tras acertar un premio millonario en una máquina tragamonedas, el obrero Antonio Miranda vio cómo el Casino de Río Gallegos alegaba un “defecto técnico” para no entregarle los $100 millones. Después de un extenso reclamo judicial que llegó a exponer cámaras borradas y ofertas de compensación irrisorias, el caso se resolvió con un acuerdo económico confidencial entre las partes.
El golpe de suerte y la negativa del casino
El 7 de julio de 2022, Antonio, un albañil oriundo de Formosa, apostó $6.000 en su máquina favorita del casino santacruceño. Al décimo giro, la pantalla exhibió un premio máximo de $100 millones: luces, sirenas y felicitaciones por doquier. Sin embargo, la euforia duró apenas minutos, hasta que la jefa de sala intervino asegurando que la máquina estaba “defectuosa” y anuló el cobro, devolviéndole apenas el saldo de $6.500.
Inicio de la demanda y pruebas clave
Desalentado pero decidido, Antonio presentó una demanda en septiembre de 2023 junto a su abogado, Gustavo Insaurralde. Solicitó la pericia técnica de la tragamonedas, el análisis de las cámaras de seguridad y la identificación del personal que lo atendió.
- Las fotos del premio en pantalla y el testimonio de habitués fueron las pruebas más fuertes.
- Un allanamiento posterior reveló que las grabaciones habían sido borradas y que la cámara que apuntaba a la máquina había sido retirada.
Ofertas de compensación y giro final
En lugar de pagar el monto total, el casino propuso inicialmente un arreglo de $200.000, que Antonio rechazó. Tras dos años de proceso —y a horas de la audiencia definitiva— la casa de juegos acercó una oferta mayor (fuera de los $100 millones) que el albañil aceptó, con la condición de no revelar el monto final ni hacer declaraciones públicas.
El acuerdo y sus consecuencias
El convenio se homologó en julio de 2024 y contempló pagos en cuotas hasta septiembre de ese año. Pese a ello, Antonio atravesó un accidente grave, la enfermedad y el fallecimiento de su madre, y concluyó cobrando el premio a medias cuando más lo necesitaba.
“A pesar de contar con pruebas sólidas, el tiempo y las circunstancias personales jugaron en contra”, admite el abogado Insaurralde.
Lecciones del caso
- Control y transparencia: los casinos deben garantizar el registro íntegro de sistemas y cámaras.
- Derechos del jugador: un fallo judicial puede obligar al pago de premios impugnados por fallas técnicas.
- Importancia de la prueba: fotografiar la pantalla y recabar testigos resultó decisivo para Antonio.
La historia de Antonio Miranda puso el foco en el rigor legal y técnico que debe rodear los grandes premios de azar. Aunque el desenlace no le cambió la vida como esperaba, dejó un precedente para futuras disputas entre jugadores y casas de juego.