¿Quién fue Nelly Noller la primer argentina de 21 años en hacer la cumbre en el Aconcagua?

Belén Hobaica

El Aconcagua es la montaña más alta del continente, ella logro hacerla a los 21 años en 1952,fabricando su propia ropa. Ahora su historia aparece entre la de otras 29 mujeres, pioneras argentinas que habitan en el libro escrito por Gisela Marziotta “Las Primeras”.

Nelly Noller en la cima del Aconcagua, la primer mujer argentina en lograr llegar a los 21 años.

El 16 de enero de 1952 Nelly Noller tenía 21 años y llegó a la cumbre más alta de América en todo el hemisferio occidental, sin saber que al bajar y ser entrevistada por un periodista se convertiría en la primera mujer en escalarlos 6962 metros del Aconcagua.

Los embates del viento y los 22 grados bajo cero no detuvieron el paso firme de la joven que para subir y emprender la aventura fabricaba su propia ropa. Al llegar el cielo estaba desprovisto de nubes el aire puro entraba en sus pulmones y a lo lejos en el horizonte se planchaba el Océano Pacífico.

Noller no sabía que al bajar hasta Plaza de Mulas, el campamento de base del cerro, una fotógrafa que la entrevisto la anoticio de ser la primera mujer argentina en llegar a la cumbre más alta de todo el continente.

El suceso fue todo un acontecimiento, sobre todo porque los antecedentes no eran muy alentadores. Otras mujeres emprendieron dicha hazaña pero ninguna logró lograrlo como su compañera, Nelly. Adriana Bance, francesa llegó a la cumbre el 7 de marzo de 1940 junto a su novio, un experto escalador alemán Juan jorfe Llink. Pero la pareja murió al intentar escalar los siete mil metros del Aconcagua cuatro años después.

En 1953 se publicó el libro “Aconcagua” con cien fotografías de la aventura.

La segunda mujer en intentarlo fue María Franca Canals Frau, española que con 22 años emprendió la aventura en 1947 pero la joven falleció en el camino de vuelta en los brazos de su novio, José Colli.

La suiza Doris Mamillod fue la tercer mujer en intentarlo, el 18 de febrero de 1948 a sus 34 años, afortunadamente Doris sí pudo volver a la base.

Nelly llegó a la cima y tres años más tarde, volvió a subir, en 1955. Sin embargo, en la segunda ocasión era tarde cuando llegaron a la cima y no pudieron disfrutar de la vista.

El libro de Gisela Marziotta “Las Primeras”.

Los tiempos en los que Noller escaló el Aconcagua eran aquellos en los que no había equipos sofisticados para los montañistas, tampoco había ropa diseñada para moverse en las alturas ni bolsas de dormir térmicas y mucho menos se empleaban los tubos de oxígeno.

Ahora tienen de todo, es un paseo ir al Aconcagua, si vamos a decir así” dice Nelly entre risas, desde Toronto, Canadá a sus 90 años de edad recordando su hazaña 68 años después.

¿Quién fue Nelly Noller, la argentina de 21 años que escaló el Aconcagua en 1952?

Nelly Noller nació en Buenos Aires el 24 de septiembre de1930. Sus padres, Emma Luithardt y Julio Noller, eran alemanes, de la región de Baviera.

Asistió por esa razón a una escuela alemana Deutsche Schule de Villa Ballester, una institución fundada en 1922. Tenía un hermano varón, llamado Edmundo.

Luego la familia se mudó a Tigre, vivían en el Delta, sobre el río Luján. Cuando Nelly cumplió 18 años, en 1948, su padre recibió una oferta de trabajo para encargarse de la concesión del restaurante del Club Mendoza de Regatas, en la provincia cuyana, y nuevamente se mudaron.

La cima del Aconcagua se ubica a 6962 metros de altura.

Al llegar a Mendoza, Nelly quedó fascinada por las montañas que vio por primera vez en su vida. “Como nos quedamos a vivir en el club Mendoza de Regatas, ahí me hice de gente conocida y, por medio de otros conocidos de ellos, conocí un club en el que se dedicaban a las excursiones de andinismo”, relató.

El famoso club era el Sport Club Boulogne Sur Mer, donde comenzó a practicar remo, participar de excursiones y caminatas organizadas en la institución. Poco después de llegar a Mendoza se sumó al grupo de montañistas que comenzaba a explorar los cerros de la precordillera.

 “Era un grupo muy entusiasta, la mayoría varones. Había mucha camaradería y una clara voluntad por ir superando metas”, recuerda Nelly.  “Al principio escalábamos cerros bajos, de 2000 o 3000 metros. Hicimos muchas prácticas durante un año y cada vez íbamos a cerros más altos. Hicimos primero la precordillera y después la cordillera alta, que son los cerros de 5000 metros para arriba”.

Antes de escalar el Aconcagua, el grupo del que formaba parte realizó la travesía al cerro El Plata, una montaña de 6100 metros de altura. Este fue el paso previo para la gran hazaña “Como estábamos bien, no teníamos problemas de altura ni nada, dijimos: ‘Bueno, vamos a intentar ir al Aconcagua’”.

“En esa época no había nada. No existían los equipos térmicos que hay ahora, todo lo teníamos que hacer nosotros. Lo único que nos prestó el Ejército, en Puente del Inca, fueron las camperas de plumón de contraviento y los borceguíes. Todo lo demás era casero: dos o tres pares de medias de lana, los mitones (guantes) los hacíamos nosotros, también los pasamontañas. Las bolsas de dormir eran de lana y nos poníamos tres pantalones que no tienen nada que ver con los que se usan ahora. Los calentadores eran muy precarios, a querosene o aeronafta, y a veces no arrancaban”, relata sobre los preparativos antes de la aventura.

Dos hombres acompañaron a Nelly, Hugo Eduardo Santi, un amigo de ella y Rolando Mikkan quien más tarde sería su esposo.

Los trayectos eran realizados a pie y no usaban oxígeno “para nada, no precisábamos” cuenta con entusiasmo.

Dos hombres la acompañaron en su aventura. Hugo Eduardo Santi, un ex suboficial de Fuerza Aérea y amigo de Nelly y Rolando Mikkan quien más tarde sería su marido. Los tres tenían sólo 21años.

Primero escalaron hasta el Puente del Inca, cerca del límite con Chile, en un valle de casi 3mil metros de altura sobre el nivel del mar. Estuvieron allí 10 días para aclimatarse. Luego se dirigieron a la Plaza de Mulas, el campamento base del Aconcagua a 4250 metros de altura donde necesitaron cuatro días de descanso. Esperaron a observar cómo respondía el cuerpo a la escasez de oxígeno y finalmente emprendieron la gran hazaña. “Como nos sentíamos bien, dijimos: ‘Bueno, vamos para arriba'”.

Desde allí tardaron tres días en llegar a la cima. Nelly marcaba el ritmo mientras los dos hombres iban detrás. “Me dejaban a mí adelante. Como era mujer, decían que yo tenía que encabezar para ellos seguir mis pasos, porque si iban primero ellos, yo tal vez no los alcanzaba. Entonces ellos, al ritmo mío, me iban siguiendo. Cuando me cansaba, parábamos. Cuando empezás a estar a mucha altura, caminás dos, tres pasos, y parás. Tenés que descansar y tomar aire a cada rato”, recuerda.

Lo más complicado fue la trepada a través de la Canaleta (el tramo final antes de acceder a la cúspide), que obliga a un gran desgaste por el suelo pedregoso y porque cada movimiento agobia muchísimo”, rememora sobre el final de su relato.

Finalmente a las cuatro de la tarde del 16 de enero a una temperatura de 22 grados bajo cero y un viento feroz, lograron llegar a la cima. “Gracias a Dios no tuvimos ningún problema; de los tres que llegamos arriba, ninguno sufrió por problemas de salud. Habremos estado una hora en la cumbre. Cambiamos los banderines del cofre que está en la cima, nos sacamos fotos y después emprendimos la vuelta”

Al bajar nuevamente a la base, la fotógrafa Ana Rovner de Severino la saludo con entusiasmo y le dio una noticia que Nelly no esperaba “Sos la primer argentina que subió al Aconcagua”.  “Me emocioné, lógico, pero no pensé en gran cosa ni nada”, cuenta Noller.

“En ese momento no pensábamos en nada de eso, yo no al menos. Mi ex marido, sí. Él repetía que no había habido ninguna argentina antes que yo en subir, porque de las cuatro que habían subido, dos se murieron al bajar. Así que no sabía que iba a ser la primera”.

En 1953 publicó el libro “Aconcagua” con cien fotos en la que retrato su aventura.

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