Un policía aseguró ser atacado “por un ente maligno”

Ignacio Hernández

Un policía aseguró que fue atacado “por un ente maligno” cuando hacía una recorrida en una cárcel de Gualeguaychú, Entre Ríos. Aunque resulte difícil creer, las marcas en la piel y los rasguños que presentó el efectivo evidencian que un ataque existió.

Según informaron medios locales, el oficial Mauro Reinaldi (30 años) estaba de guardia y se encontraba revisando los calabozos de la Jefatura en la madrugada, alrededor de las 04:00, cuando ocurrió el extraño episodio.

El agente contó que “desde hace un tiempo se escuchaban ruidos extraños, golpes y gritos en un sector en la parte superior donde hay calabozos vacíos”.

Este viernes el uniformado subió las escaleras para ver qué ocurría en ese sector donde no había nadie.

“En un momento siento como que me agarran desde adentro de una celda y empiezo a forcejear como con una persona toda de negro, encapuchada. La fuerza era impresionante, no me lo podía sacar de encima. Quedé todo rasguñado”, explicó el oficial.

El policía dijo que no pudo ver las uñas, pero escuchó que le decía “te voy a matar, te voy a matar. Tenía la voz gruesa y ronca. “Entré en nerviosismo, pedí auxilio y socorro, me oriné, esta persona era un ente, no sé cómo llamarlo.”.

Sobre el misterioso ataque, Mauro Reinaldi insistió en que “Fue un hechizo satánico. Así como existe Dios, existe el diablo. Y agregó “No volvería, bajo ninguna circunstancia, a trabajar en ese lugar”.

Reinaldi presentó heridas en el cuello, el pecho, los brazos y una cruz en la espalda marcada con tres dedos como si fueran pezuñas. El oficial contó que, tras el hecho, ahora sufre pesadillas y se despierta “con temblores”.

Finalmente, tras el inexplicable caso, las autoridades policiales llamaron a un cura para que realice una bendición. Al respecto, el Padre Mauricio Landra calificó de “inexplicable” lo que pasó, y agregó que algunos presos desde los calabozos de abajo vieron que este hombre trastabillaba y escucharon los gritos”.

El sacerdote manifestó también que “el miedo de los internos era tal que querían ser trasladados a otro penal, e incluso tenían miedo de ir al baño”.

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