Cada 12 de mayo se conmemora el Día Internacional de la Enfermería, una fecha instaurada en homenaje al nacimiento de Florence Nightingale, pionera de la enfermería moderna. Este día no solo rinde tributo a su legado, sino que también busca visibilizar la labor silenciosa, incansable y esencial de las y los profesionales de la enfermería en todo el mundo.
En hospitales, centros de salud, unidades de atención primaria y hasta en los hogares, el personal de enfermería cumple un rol clave en el sistema sanitario. Son quienes acompañan, contienen, atienden y asisten a pacientes en los momentos más difíciles, desde una consulta de rutina hasta una situación crítica.
Vocación que trasciende lo profesional
Más allá del conocimiento técnico, ser enfermero o enfermera implica una profunda vocación de servicio. Significa estar presente, escuchar, calmar, sostener. Es una profesión que demanda esfuerzo físico, emocional y una enorme capacidad de empatía.
En la provincia de Buenos Aires, miles de enfermeras y enfermeros trabajan día a día en condiciones muchas veces adversas, con salarios bajos y recursos limitados, pero con un compromiso que no se negocia. La pandemia de COVID-19 fue un claro ejemplo de esa entrega: estuvieron en la primera línea, arriesgando sus vidas para cuidar las de los demás.
Un día para agradecer… y también para reclamar
El 12 de mayo es una oportunidad para agradecer. Para acercarse a quienes ejercen esta noble profesión y reconocer su tarea. Pero también es una jornada que invita a reflexionar sobre sus derechos laborales, la necesidad de mejores condiciones de trabajo, mayor jerarquización profesional y acceso a la formación continua.
Hoy más que nunca, valorar a la enfermería es apostar por una salud pública más humana, más equitativa y más eficiente.