Insólita disputa vecinal en General Madariaga por el cacareo de un gallo que supera los 70 decibeles

Francisco Díaz

La ciudad de General Madariaga, se encuentra sumida en una inusual y prolongada disputa vecinal que ha persistido desde el año 2021.

El motivo detrás de este conflicto, que ha llegado a extremos inimaginables, es el ruidoso cacareo de un gallo, propiedad de una vecina del barrio Los Pinos.

La vecina en cuestión adquirió sus primeras gallinas en 2021 como parte de una entrega de animales realizada por el INTA. Sin embargo, las quejas persistentes de otra vecina han dado lugar a un conflicto que ha ido escalando con el tiempo.

En un intento por mitigar la tensión, la familia propietaria del gallo erigió un muro de más de dos metros de altura para separar sus propiedades, pero esto no logró poner fin a la creciente discordia entre ambas familias.

La situación alcanzó un punto crítico cuando las autoridades locales emitieron un acta de infracción contra la dueña del gallo, ya que el cacareo del ave superaba los 70 decibeles, el límite máximo tolerable establecido por la Ordenanza Municipal para ruidos.

Este caso singular ha generado un debate legal en torno a la legislación vigente y la multa impuesta, que hasta el momento no ha sido abonada por la propietaria del gallo.

El aspecto peculiar de este conflicto radica en que el ruido molesto no proviene de una fuente electrónica, como una radio o una máquina, sino de un animal que emite el sonido de forma completamente natural. Esta peculiaridad ha complicado aún más la resolución del caso.

La denunciante ha insistido en múltiples ocasiones en que la única solución al problema es eliminar al gallo, lo que ha exacerbado la tensión entre ambas partes.

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La disputa ha desembocado en una serie de incidentes lamentables, incluyendo insultos, amenazas y ataques a la vivienda de la dueña del gallo. Uno de los episodios más alarmantes fue un intento de agresión en plena madrugada por parte de la denunciante, lo que llevó a la propietaria del gallo a tomar medidas drásticas para garantizar su seguridad.

En respuesta a esta situación de violencia y hostigamiento, la dueña del gallo presentó una contradenuncia y solicitó una orden de restricción contra su vecina. Además, las autoridades le proporcionaron un botón antipánico para garantizar su integridad.

A pesar de los esfuerzos por buscar una solución mediadora y la intervención de las autoridades locales, la dueña del gallo continúa sin encontrar una resolución definitiva a este prolongado conflicto, que ha dividido a la comunidad de General Madariaga.

La tensión entre las dos familias, alimentada por el cacareo del gallo, parece no tener un fin a la vista, dejando a todos los vecinos preguntándose cuándo y cómo se hallará una solución satisfactoria para ambas partes.

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