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Cómo ahorrar dinero en Argentina

Con una tasa de variación anual del 64% en el Índice de Precios al Consumo general, la inflación en Argentina ha dejado claros sus estragos. La subida de los precios en la alimentación supera también el 66% y, contra ello, sólo ahorrar nos permitirá sobrellevar el golpe. Tanto si se trata de cambiar de tarjeta bancaria como de apretarse el cinturón en la próxima compra.  

La inflación prolifera en Argentina

Ahorrar es una actividad para la que se precisa o mucho sacrificio o bien agudeza y algo de creatividad. Más aún, cuando la tasa de variación anual del IPC en Argentina ya alcanzó el 64%, según los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Así, sumándose a la vorágine de la inflación global y la devaluación del peso contra la que, por ahora, sólo unos pocos recursos pueden ayudar a sobrellevar.

De hecho, muchos están afrontando la subida de los precios pagando con tarjeta. Y es que, según el portal InfoTarjeta, referente en el país para cuestiones relacionadas con las tarjetas y los créditos, el uso de tarjetas de débito ha aumentado un 30% en el último tiempo superando al efectivo. Una herramienta práctica, pero que debe utilizarse con mesura ya que no funciona exactamente igual que una tarjeta de crédito.

¿Qué utilidad tiene una tarjeta de débito?

La principal diferencia entre ambas tipologías la explica ya cualquier entidad bancaria. A grandes rasgos, mientras que la tarjeta de débito sirve para pagar con el dinero que se tiene en la caja de ahorros, la tarjeta de crédito funciona de un modo distinto. En este caso, esta modalidad de tarjeta nos permite pagar con dinero prestado del banco que se nos descontará en función del contrato establecido con la entidad en cuestión.

A causa de ello, muchos acaban cayendo en el abuso de la tarjeta de crédito, ya que pueden gastar lo que no tienen a pesar de que deban devolverlo. Por el contrario, y sin necesidad de buscar financiación, las tarjetas de débito suponen un mayor control sobre nuestros fondos. Dado que el importe de cada compra se descuenta siempre de nuestro saldo, ese límite resulta más sencillo para regular y reducir nuestros gastos.

Además, otro de los puntos a favor es que las tarjetas de crédito están sujetas a un tipo de interés acordado con la entidad bancaria. Es decir, cada vez que el banco nos preste la plata que no tenemos para realizar un pago, ésta conllevará un recargo que no podemos eludir como condición a la recepción de dicho préstamo. Pero, junto con sus inconvenientes, también existen algunos beneficios a tener en cuenta.

Tarjetas de crédito y de débito: ¿cuál escoger?

Las tarjetas de débito son ideales para no gastar más de lo que se debe. Sin embargo, las tarjetas de crédito suelen ser más seguras y están sujetas a algunos beneficios por su uso frecuente. Asimismo, y como bien recuerdan algunas entidades bancarias, el uso de una tarjeta de crédito repercute positivamente en el historial crediticio. Útil si, en caso de cumplir con el contrato, necesitamos solicitar un préstamo mucho mayor.

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Por otra parte, las tarjetas de débito permiten al titular de la cuenta profundizar y, por lo tanto, conocer sus finanzas en aras de regular con mayor precisión los gastos. Si bien esta tipología carece de algunas concesiones que hacen los bancos, suele ser una opción recomendable en tiempos de incertidumbre económica. Porque, ante la ola de la inflación, estar a cubierto antes del impacto siempre apremia y premia.

Asumir un cambio para encarar la inflación

Según el informe del mes pasado del Banco Central de la República Argentina (BCRA), se espera que la inflación en Argentina alcance el 72% durante 2022. Una mala noticia para la estabilidad económica, pendiente de un hilo tanto en el país como en el resto del mundo. Por el momento, el precio de los alimentos y bebidas ha subido un 66% y sólo la voluntad de ahorrar y racionar los gastos puede mantenernos a flote.

Como remedio, y además de asumir un cambio en nuestro estilo de vida hacia una mayor austeridad, existen otras acciones que pueden ayudarnos a apaciguar el fuerte impacto de la inflación en la economía doméstica. Por ejemplo, primando en nuestra lista de la compra los alimentos y nutrientes más básicos y esenciales para el organismo y, por otro lado, desechando aquellos que constituyen un mero capricho.

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Por supuesto, revisar los pagos con tarjeta también es de ayuda tanto si debemos dinero por la vía de crédito, como si los fondos de los que bebe nuestra tarjeta de débito no son suficientes. En cualquier caso, prepararse para lo peor puede incluso brindar un aprendizaje que utilizaremos adelante. Cuando, al fin, superado el obstáculo, nos incorporemos de nuevo a los altibajos financieros del día a día.

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